El Observatorio de Seguridad Ciudadana a través de su director, Janiel David Melamed, expresó su preocupación por el repunte de las cifras de violencia y criminalidad, registradas en Barranquilla durante el año 2021, siendo el homicidio uno de los indicadores que mas incidió en la seguridad ciudadana.
Y es que el 2021 cerró con 365 homicidios, uno en promedio cada día, superando los registrados en 2020, en donde 296 personas fueron asesinadas y el de 2019, año en el cual los homicidios alcanzaron los 276 casos.
Según el documento expedido anualmente por el Observatorio de Seguridad Ciudadana, pese al decreto presidencial que restringe el porte de armas de fuego por parte de los ciudadanos, en Barranquilla se registra un aumento en el uso de este tipo de elementos para la comisión de homicidios, hasta el punto que 8 de cada 10 personas asesinadas en la ciudad, fueron víctimas de impactos de armas de fuego.
El informe agrega que el 52.6 por ciento de las personas asesinadas en la ciudad, tuvieron como origen la acción de sicarios, mientras que un 10.5 por ciento fueron como consecuencias de riñas y un 8.8 por ciento por atracos. Resalta el estudio que, casi un 30 por ciento de las personas asesinadas en la ciudad durante 2021, registraban antecedentes judiciales.
Revela el Observatorio de Seguridad Ciudadana que en Barranquilla existe un mercado vicarial no regulado de precios y servicios de todo nivel. Es decir, capaz de operar tanto de madrugada, en clave barrial, alrededor de zonas con realidades socioeconómicas muy adversas y en contra de una víctima que habita en la calle. También, es capaz de operar mediante bandas organizadas con la suficiente capacidad operativa para planear y materializar la muerte de un objetivo de mayor complejidad.
Por ejemplo, en plena hora pico, al interior de un almacén de cadena de grandes superficies, en medio de espacios altamente concurridos de zonas exclusivas de la ciudad e incluso frente a esquemas de protección armada de la propia víctima. Una hipótesis sobre el aumento del homicidio se relaciona con dinámicas de disputas por el control de mercados y rentas ilegales entre actores criminales que compiten en el mismo territorio. En este sentido, el sicariato es una herramienta indispensable para la consolidación de poder de una organización delictiva en proceso de reordenamiento o expansión, especialmente en escenarios territoriales afectados por la pandemia.
Para Janiel David Melamed, doctor en seguridad internacional y director del Observatorio de Seguridad Ciudadana, la distribución territorial del homicidio no es homogénea, lo que indica una segregación espacial de los eventos. Esto sugiere la confirmación de lo que es un secreto a voces, Barranquilla es una ciudad de dos caras, con realidades muy diferentes y donde la mayor cantidad de muertes por homicidios la aportan los estratos socioeconómicos más bajos.
Llama especialmente la atención la recurrente focalización del homicidio en barrios como el Bosque, Rebolo, San Roque, La Paz y 7 de Abril. Para mayor ilustración, vale la pena resaltar que la realidad homicida en El Bosque es reiterativa en el marco temporal de referencia, pues es el barrio con la cantidad más elevada de homicidios en los años 2018, 2019, 2020, y lo transcurrido del año 2021.
“Otra hipótesis por considerar, es que el sicariato opera como ultimo recurso en clave a presiones extorsivas a sectores focalizados de pequeños comercios. Es decir, cuando otros mecanismos de presión e intimidación han fallado en su objetivo. Frente a este punto, vale la pena mencionar que, pese a la reducción en las denuncias de extorsión en Barranquilla durante este primer semestre del año, en los primeros 51 días del año en curso ocurrieron 5 incidentes con Granadas de fragmentación en el Área Metropolitana de Barranquilla. Los perpetradores (materiales e intelectuales) de estos hechos han sopesado los costos (respuesta punitiva de las autoridades, rechazo social, posible neutralización por organismos de seguridad del Estado) y los beneficios de la acción (consecución de sus objetivos estratégicos, control territorial, acceso a fuentes de economía ilegal), concluyendo que los primeros no representan elementos suficientes de disuasión” señala en otro de sus apartes el informe.