Con lágrimas, aplausos y un profundo sentimiento de orgullo y dolor, familiares, amigos y compañeros del Ejército Nacional despidieron este jueves al soldado Anderson Stiven Bohórquez Ospina, asesinado en una emboscada de las disidencias de las FARC en el departamento del Guaviare.
El acto solemne se llevó a cabo en el Cementerio Los Olivos, en la vía al mar, donde se rindieron los honores militares a este joven de 18 años, que desde niño soñaba con servir a su patria. “Siempre te amaremos”, fueron las palabras que encabezaron el homenaje, acompañado de un fuerte aplauso por parte de quienes lo conocieron.
“Su mayor sueño era el Ejército”
Jaime Ávila, padre de Anderson, habló con profunda tristeza, pero también con orgullo del legado de su hijo:
“Desde que tenía 10 años me decía: ‘papi, yo me quiero ir para el Ejército’. Nadie le quitó esa idea de la cabeza. Apenas cumplió los 18, en diciembre del año pasado, se fue a prestar el servicio militar en la PM”.
Ávila, quien también fue reservista, señaló que Anderson creció con una admiración profunda por la institución y que tenía la meta de convertirse en suboficial.
El joven soldado era oriundo del barrio Simón Bolívar, en Barranquilla, y su familia lo esperaba para compartir una de sus comidas favoritas: salchipapas y asados preparados por sus padres. “Le dijo a su mamá que apenas llegara, hiciéramos un asado. No le gustaban ni las fiestas ni la cerveza. Era muy juicioso”, añadió el padre.
Una vida truncada por la violencia
Anderson fue una de las siete víctimas mortales que dejó una incursión armada de las disidencias de las FARC, que también cobró la vida del soldado Jean Carlos Bolaños Romo, de Malambo. El ataque, que generó repudio en todo el país, enlutó nuevamente al Ejército Nacional y a las familias de los uniformados caídos.
El Ejército expresó en un comunicado su profundo agradecimiento por el servicio prestado por Bohórquez Ospina y reafirmó su compromiso de continuar la lucha por la seguridad y la paz en honor a quienes han entregado su vida por Colombia.
Con honores militares, entre flores, oraciones y abrazos silenciosos, Anderson fue despedido por una comunidad que hoy lo recuerda como un joven valiente, disciplinado y con una pasión irrenunciable por servir a su país.