Lo que empezó como una simple infracción de tránsito terminó por convertirse en un reflejo de una problemática más profunda que aún persiste en nuestra sociedad: la discriminación racial.
En el sur de Cali, cerca del concurrido Parque del Perro, un agente de tránsito fue víctima de agresiones verbales racistas por parte de un ciudadano que se negó a aceptar su error y respondió con insultos cargados de odio.
El hecho, captado en video por testigos, muestra al hombre gritando improperios al funcionario, quien en todo momento mantuvo la compostura. La escena no solo generó indignación en redes sociales, sino que también provocó una ola de rechazo por parte de la ciudadanía y organizaciones defensoras de los derechos humanos.
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Identificación y consecuencias
Gracias a las imágenes y a una prenda de vestir con logos visibles, el agresor fue identificado como un trabajador vinculado a Conmerk, empresa distribuidora de productos de la Industria Licorera de Caldas en el Valle del Cauca. Ambas compañías se pronunciaron de inmediato, dejando claro que los actos del individuo no representan sus valores ni políticas internas. Anunciaron, además, que se adelantarán procesos disciplinarios internos.
La Alcaldía de Cali también se pronunció, calificando el hecho como grave y anunciando el inicio de acciones penales contra el agresor, que podrían conllevar sanciones que incluyan penas privativas de la libertad.
Más allá del hecho: un llamado al respeto
Este incidente no es un hecho aislado. Es una muestra más de cómo el racismo, muchas veces solapado, sigue apareciendo con fuerza en momentos cotidianos. Agredir a un funcionario por hacer cumplir la ley, y además hacerlo desde una posición de prejuicio racial, no solo atenta contra una persona, sino contra los principios básicos de convivencia y respeto en un país pluriétnico como Colombia.
Hoy, más que nunca, se hace urgente recordar que ningún desacuerdo justifica la violencia, y mucho menos cuando está basada en el color de piel. La sociedad caleña —y la colombiana en general— debe unirse para decir, de forma clara y contundente: el racismo no tiene cabida en nuestras calles.