Por: Yasher Bolívar Pérez
El Thunder no dejó lugar a dudas. En el séptimo juego de las semifinales de conferencia, Oklahoma City se impuso con autoridad 125-93 sobre los Denver Nuggets, desatando una fiesta total en el Paycom Center. Shai Gilgeous-Alexander comandó la paliza con 35 puntos y una exhibición de serenidad ofensiva, mientras que Jalen Williams sumó 24. Pero más allá del brillo individual, el triunfo fue una declaración de principios: intensidad, cohesión y defensa colectiva.
Denver, vigente campeón de la NBA, nunca encontró respuesta. Nikola Jokic terminó con números discretos (20 puntos, 9 rebotes), pero visiblemente superado por la presión y el ritmo impuestos por los locales. Aaron Gordon jugó limitado físicamente, Jamal Murray no logró marcar diferencia y el equipo acumuló 18 pérdidas de balón. Una versión irreconocible en el momento más decisivo del año.
Con esta victoria, el Thunder regresa a unas Finales del Oeste por primera vez desde 2016, donde enfrentará a los Minnesota Timberwolves. El joven equipo de Mark Daigneault confirma su salto de calidad y se consolida como la gran revelación de la temporada. Energía, profundidad y una identidad clara: Oklahoma no llegó hasta aquí por casualidad.