La nueva reforma laboral, que entró en vigencia hace algunas semanas, establece importantes cambios en la relación entre empleadores y trabajadores en Colombia, fortaleciendo derechos laborales y limitando ciertas exigencias que las empresas pueden hacer a sus empleados.
Entre las disposiciones, se prohíbe a los empleadores asignar tareas que impliquen esfuerzos físicos que puedan poner en riesgo la salud de mujeres embarazadas o afectar el desarrollo del feto, según criterio médico.
La reforma también impide que los trabajadores sean despedidos o presionados a renunciar por sus convicciones ideológicas, religiosas, de etnia o por ejercer su libertad de culto, y prohíbe la presión para renunciar debido a condiciones de salud física o mental deterioradas.
Otro punto clave es la prohibición de cualquier forma de discriminación contra trabajadores que hayan sido víctimas de violencias basadas en género, evitando la revictimización, así como garantizar el uso de nombres identitarios y la orientación sexual de los trabajadores, los cuales no podrán ser motivo para limitar ascensos o asignación de responsabilidades.
Además de estas restricciones, la reforma incluye cambios en jornadas laborales, recargos dominicales y pagos de horas extras, y amplía la protección de derechos para trabajadores de plataformas digitales, mujeres embarazadas y madres cabeza de hogar, buscando un equilibrio entre la protección de los trabajadores y la promoción del empleo formal en el país.