Obras viales a medias: promesas de cemento, caminos de barro
Una de las principales denuncias gira en torno al precario estado de la vía que comunica a Arroyo Nuevo, un tramo vital para decenas de familias que hoy no pueden transitar ni a pie ni en vehículos. “Trajeron una sola máquina con cuchilla, nivelaron el terreno por encimita y se fueron. No trajeron el relleno de piedriche ni instalaron la batea en la bajada del arroyo. El camino volvió a quedar peor”, relató el ciudadano, quien registró en video el deterioro de la vía.
En épocas de lluvia, el paso se convierte en una trampa de lodo, aislando aún más a la comunidad y afectando la movilidad de personas mayores, niños, estudiantes y trabajadores. “El derecho a la igualdad también aplica para nosotros. Aquí sentimos que somos ciudadanos de segunda”, expresó otro morador, quien pidió reserva de su identidad por miedo a represalias.
Agua para pocos: la dignidad se seca en las lomas de Chorrera
En la parte alta del barrio Chorrera, el drama es el agua. Los hogares llevan meses sin acceso regular al servicio de acueducto. La alternativa: carrotanques que no logran subir por la topografía, dejando a decenas de familias sin el mínimo vital. “No tenemos agua para beber, cocinar o asearnos. No es solo indigno, es un atentado contra la salud pública”, denunciaron líderes comunitarios. Ni la empresa Triple A ni la Alcaldía han planteado una solución efectiva. Los afectados aseguran que el mandatario ha ignorado las peticiones reiteradas de la comunidad, y que su gestión se ha centrado en sectores visibles, dejando a los más vulnerables en el abandono.
Sin luz, sin agua y sin respuestas
En varios sectores como El Salao, Blanquicet y El Jorrito, el acceso a servicios básicos como energía eléctrica sigue siendo deficiente o inexistente.
Las familias se sienten marginadas, sin inversión en infraestructura social ni diálogo con las autoridades. La comunidad exige: “¡Gobernar no es figurar, es solucionar!” El reclamo no es nuevo. Lo alarmante es que, pese a múltiples advertencias, el alcalde Carlos Higgins Molina no ha dado una respuesta clara ni ha presentado un plan serio de intervención en estas zonas.
“Mientras en el casco urbano se pavimentan calles con bombos y platillos, nosotros seguimos atrapados entre el barro, la sed y el olvido”, concluye otra habitante de Arroyo Nuevo. Los residentes exigen una intervención inmediata: arreglo real de vías rurales, acceso permanente al agua potable, instalación de servicios básicos y, sobre todo, una gestión que no se limite a promesas electorales. Porque gobernar no es solo sonreír en fotos. Gobernar es cumplir.