Por tercera vez en 36 años, el toxicólogo Agustín Guerrero Salcedo vuelve a ponerse al frente de una emergencia de salud pública provocada por licor adulterado. Su historia es la de un verdadero guerrero en bata blanca.
Barranquilla lo conoce. Cuando hay una emergencia por intoxicaciones masivas, cuando las salas de urgencias se llenan de pacientes con síntomas graves tras ingerir sustancias peligrosas, un nombre aparece en los pasillos médicos, en los reportes de prensa y en las conversaciones clínicas:
Agustín Guerrero Salcedo, toxicólogo.Nacido en
Calamar, Bolívar, pero criado en Barranquilla, Guerrero ha sido testigo y protagonista de
tres grandes tragedias por consumo de alcohol adulterado que han marcado a la ciudad:
1989, 2004 y ahora, 2025. Tres batallas, tres heridas colectivas, un mismo médico al frente.
1989: la primera alerta
Fue en septiembre.
31 personas intoxicadas,
21 murieron, 10 sobrevivieron y cinco quedaron ciegas. El país no estaba preparado. “Llegaban prácticamente agonizando”, recuerda Guerrero. En ese entonces, el Hospital General era el único escudo, y con etanol y hemodiálisis lograron salvar a algunos.
2004: el Día de las Madres que terminó en tragedia
Esta vez fue más grande.
89 personas intoxicadas, 19 fallecidas, la mayoría del suroriente de la ciudad, especialmente en los barrios
Las Nieves y
Rebolo. La fiesta se convirtió en duelo. El análisis reveló
alcohol metílico en las bebidas consumidas. “No había consumo de drogas como ahora, pero las consecuencias fueron graves”, afirma el médico.
2025: la emergencia más compleja
En septiembre de este año, Guerrero volvió al frente de batalla.
Más de 25 personas intoxicadas,
11 muertos, casi todos
habitantes de calle con antecedentes de consumo de sustancias psicoactivas y severa desnutrición.“La mayoría llegó con un cuadro clínico crítico, con
acidosis metabólica severa, convulsiones, y daños en órganos vitales”, explica. Esta vez, el reto ha sido mayor. “A pesar de los avances médicos, la
tasa de mortalidad es tan alta como hace 36 años”, lamenta.
Una vida dedicada a salvar otras
Guerrero, egresado de la
Universidad de Cartagena y especializado en toxicología en la
Universidad de Antioquia, ha trabajado siempre en el sector público, donde atiende a los más vulnerables, aquellos sin afiliación al sistema de salud, los olvidados.Su rol no se limita a la consulta. Es fuente confiable de periodistas, formador de colegas y, sobre todo, un testimonio viviente de resistencia médica.Hoy, el
Nuevo Hospital de Barranquilla, antes el General, sigue siendo su trinchera. En medio del dolor y las muertes evitables, él sigue en pie, recordando nombres, repitiendo protocolos, y buscando, con ciencia y humanidad, ganarle una vez más a la muerte.“Este ha sido el episodio más complejo. La mezcla de alcohol adulterado con el deterioro físico de los pacientes es letal”, sentencia.
Un apellido que honra su destino
Pese al cansancio y al peso de la historia, Agustín Guerrero Salcedo sigue ahí. Con su experiencia como escudo y su vocación como guía.
Un guerrero de la salud, firme frente a una batalla que se repite, pero que nunca lo doblega.