En un giro drástico en la política hacia Venezuela, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó a su enviado especial Richard Grenell detener todo acercamiento con el régimen de Nicolás Maduro, según informó el New York Times. La decisión marca el fin de los esfuerzos diplomáticos directos de Washington, en medio de tensiones crecientes en el Caribe.
Grenell, quien había gestionado liberaciones de presos estadounidenses y mantenido reuniones con Maduro, había abogado previamente por explorar la vía diplomática y evitar un conflicto militar. En declaraciones a la cadena CBS, el enviado especial aseguró: “He hablado con Maduro, he ido a Venezuela y sigo hablando con su equipo. Creo en la diplomacia y debemos evitar una guerra”. Sin embargo, sus advertencias no cambiaron la postura de la Casa Blanca.
El mandatario venezolano ha intentado en varias ocasiones establecer contacto con la Administración estadounidense, incluso ofreciendo cartas y la posibilidad de dialogar directamente con Trump. Pese a estas gestiones, la respuesta de Washington ha sido tajante, reforzando su estrategia de presión sobre el régimen. Maduro aseguró que seguirá enviando cartas para “defender la verdad” de Venezuela y mantener abierta la posibilidad de comunicación: “Si cierran una puerta, entras por la ventana; y si cierran la ventana, entras por la puerta por la verdad de tu país”, afirmó.
El cierre de la vía diplomática se da en un contexto de despliegue militar estadounidense en la región, mientras Caracas denuncia complots y acusa a sectores extremistas de planear acciones en contra de la sede diplomática estadounidense. La relación bilateral entra así en uno de sus momentos más críticos, con Washington evaluando diversas opciones para presionar a Maduro y sus aliados, incluyendo medidas políticas y militares.
El futuro del diálogo entre Estados Unidos y Venezuela queda suspendido por ahora, mientras ambos gobiernos mantienen posturas encontradas sobre el narcotráfico, la seguridad regional y el liderazgo en Caracas.