A diario, colombianos denuncian los problemas que tienen con el sistema de salud. A la falta de agendas de citas médicas generales o con especialistas se le suma también las largas esperas por medicamentos para el tratamiento de diversas enfermedades. Pacientes con diabetes, leucemia o afecciones cardíacas, entre otras, solo tienen la posibilidad de vivir si el medicamento que necesitan llega primero que la muerte y Los Informantes conoció casos dolorosos de quienes no lograron esperar más.
En distintos casos, los pacientes y/o familiares señalan que se ven obligados a peregrinar por centros de salud, dispensarios, citas médicas, juzgados, tutelas, quejas y reclamos exigiendo un medicamento y en muchas ocasiones no hay nada que sirva.
Maritza Martínez Capacho, una mujer residente en el barrio Rebolo de Barranquilla, grabó antes de fallecer un video en el jardín de su casa denunciando la falta de las medicinas que su tratamiento requería. Ella y su familia son el reflejo de un calvario que parece no tener fin.
Maritza, ama de casa, madre de dos hijas y esposa de Efrén Andrade, fue diagnosticada con hipertensión pulmonar. Esta enfermedad se apoderaba de su cuerpo, dejándola “sin aire, sin ganas de comer” y, a veces, sin la capacidad de levantarse de la cama, por lo que en 2023 los médicos le recetaron tres medicinas vitales: treprostinilo, sildenafilo y macitentan.
Según el testimonio de su esposo, mientras Maritza recibió el tratamiento, ella se encontraba estable, “caminaba, hacía sus quehaceres”. El medicamento, que era subcutáneo, le ayudó tanto que, cuenta, ella misma afirmaba: “Ya puedo caminar, ya no me ahogo a subir un dos, tres, cuatro, cinco escalones”. En ese momento, la familia sintió que la enfermedad se estaba doblegando y que el tratamiento estaba ganando.
Sin embargo, en octubre del año pasado, esta estabilidad se derrumbó cuando dejaron de entregarle los medicamentos. Su esposo relata que la Nueva EPS argumentó que “ya no le puede entregar porque no hay una farmacia disponible” debido a que “ellos habían terminado el contrato con Audifarma”. A partir de ese momento, la EPS comenzó a “dilatarnos, a decirnos que no hay dispensario, no hay farmacia, todavía no tenemos contrato”.
Esta situación se prolongó por “11 meses sin medicamento”. Durante este tiempo, la agonía, el desconsuelo y el avance de la hipertensión se fueron tragando a Maritza y a su familia, que se sentía impotente y frustrada. La falta de la droga vital se convirtió en un acto que su esposo calificó como “lo más inhumano que pueda hacer un dispensario o una entidad.
Ante la desesperación, la familia decidió acudir a la Defensoría del Pueblo en febrero, donde se redactó una tutela que salió favorable a Maritza Ramírez. Ella estaba alegre, pensando: “Ya me van a dar mi medicamento por fin”. Pero la medicina jamás llegó.
Antes de que su cuerpo colapsara, Maritza Martínez grabó un video en el jardín de su casa, denunciando su situación: “He tenido una recaída por el no suministro de las medicinas para mi tratamiento”, dijo tajantemente.
Murió por falta de medicamentos
El fallecimiento de Maritza ocurrió el día 4 y el medicamento, que llegó tarde, fue entregado el día 29. Según cuenta Efrén, el abogado de la Defensoría del Pueblo lo llamó a decirle “ya le entregaron el medicamento. Ya el juzgado me respondió de que sí le entregaron” y él tuvo que responder con un doloroso sarcasmo: “Claro que sí, doctor, ya lo entregaron. Pero mi señora falleció”.
Mientras Maritza esperaba la aparición de la droga, fue una hamaca que tenía en su jardín la que se convirtió en un refugio terapéutico. Maritza les decía a sus familiares que allí podía “respirar un poquito mejor y eso la aliviaba”, aunque lo que necesitaba con urgencia eran los medicamentos.
Esto “se debe llamar así: injusticia con un paciente y ojalá esto no suceda con más personas”, enfatizó Efrén, sentado en el comedor de su casa mientras sigue revisando la carpeta con toda la documentación de lo que tuvo que hacer buscando la medicación que se tardó fatalmente.
Otro doloroso caso
Esta tragedia no es un caso aislado. Los Informantes también conoció la historia de Dora Cecilia Piratova, residente en el barrio Fontibón de Bogotá, a quien llamaron el día de su funeral para informarle que el medicamento que tanto necesitaba ya estaba disponible, pero ya no lo necesitaban.
Dora Cecilia había sido diagnosticada con leucemia, pero, según cuenta su hija, ya el proceso agudo había pasado y dependía de unos medicamentos especializados para mantenerse en buen estado. Todo el calvario empezó cuando le dijeron “ya no están entregando los medicamentos de la Nueva EPS acá, hay que ir al dispensario directamente”. Su hija pasó de ventanilla en ventanilla y poniendo PQRS o derechos de petición, pero nada funcionaba.
Según relata Carolina, un día después de la muerte de su mamá, cuando ya se encontraban en el funeral, la llamaron para avisarle que el medicamento que tanto esperaban “ya está”. “Me derrumbé, dije cómo es posible, estoy velando a mi mamá, mi mamá está en la funeraria, ella murió y ustedes me dicen que me entregan el medicamento”, recordó entre lágrimas.
Los casos de Maritza Martínez y Dora Cecilia Piratova son solo dos ejemplos en lo que algunos han llamado un “mar de lágrimas” debido a la falta de suministro de medicamentos, que para el sistema de salud parece ser un síntoma de una crisis financiera y administrativa de “grandes proporciones”.









