Desde el Air Force One, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a cuestionar al Gobierno de Gustavo Petro al afirmar que Colombia “tiene un problema” en la lucha contra el narcotráfico. Sus declaraciones, dadas la noche del 14 de noviembre, surgieron mientras se le consultaba sobre el rumbo de la política estadounidense hacia Venezuela, pero terminaron enfocadas en tres países: México, Venezuela y Colombia.
Trump aseguró que su administración sigue “desesperada” por el flujo de drogas ilícitas hacia territorio estadounidense, y señaló directamente fallas en la contención del tráfico. La mención a Colombia se da en un momento de alta tensión diplomática, marcado por discrepancias profundas entre ambos gobiernos sobre cómo enfrentar el narcotráfico.
Las diferencias han escalado durante meses. Mientras Washington defiende operaciones militares directas contra rutas de drogas, el presidente Petro critica el enfoque de fuerza y sostiene que campesinos y pescadores son los eslabones más vulnerables de la cadena criminal. La crisis se agravó tras los recientes ataques estadounidenses contra embarcaciones señaladas de transportar cocaína, operaciones que han dejado al menos 70 muertos y que organismos como Naciones Unidas han calificado como posibles “ejecuciones extrajudiciales”.
En respuesta, el Gobierno colombiano suspendió toda cooperación de inteligencia con agencias de EE. UU., desatando una ruptura sin precedentes en la última década.
Las declaraciones de Trump coinciden además con la implementación de nuevos aranceles impuestos por Washington, que podrían afectar sectores clave de exportación colombiana. El señalamiento directo al país, en este contexto, aumenta la incertidumbre diplomática en un momento ya crítico para la relación bilateral.









