En vez de discursos y promesas, el Atlántico se montó en la vaca… pero no en cualquiera. Se trata de Gyrolanda, una joya genética que ahora llega a las manos de pequeños ganaderos del departamento gracias a un proyecto que parece sacado de un laboratorio suizo, pero con corazón costeño.
Desde la finca Galicia en Sabanalarga, se dio luz verde a una estrategia que busca que los campesinos del Atlántico no solo ordeñen vacas, sino ordeñen oportunidades. Con un combo de tres embriones por productor, el departamento apuesta a transformar fincas de leche rala en potencias lácteas.
“Esto es como crear nuestra propia vaca Atlántico, que aguante el calor, la sequía y que nos dé hasta 12 litros de leche diarios sin poner cara de ‘me duele’”, dijo el gobernador Eduardo Verano, mientras a su lado los ganaderos aplaudían entre intrigados y entusiasmados.
El proyecto, que beneficiará a 70 pequeños ganaderos, no es un simple regalito. Cada embrión cuesta más de $1.6 millones, cifra que muchos en el campo ni soñaban pagar. Pero gracias a la alianza con Asoganorte, la genética de lujo dejó de ser exclusiva de los grandes finqueros y ahora será una herramienta de transformación social.
Según explicó Humberto Oñoro, subsecretario de Gestión Agropecuaria, la meta es clara: una vaca que no solo sobreviva al trópico, sino que se sienta como en casa y produzca como una campeona.
Y esto no se queda en la inseminación. Hay acompañamiento técnico, seguimiento, formación y hasta certificado de preñez para los curiosos que duden si la vaca quedó o no quedó.
Con una producción actual de apenas 2 a 4 litros diarios en muchas fincas, este salto tecnológico podría triplicar la producción y llenar no solo los tarros de leche, sino también los bolsillos de los campesinos.
En resumen, el Atlántico se montó en la vaca… y esta vez es de alta gama.