Invadiendo el espacio público para los protagonistas, los asistentes cobraron terreno, reduciendo el esceneario del desfile.
La larga espera de centenares de niños, jóvenes y adultos que desde mediodía esperaban ver ansiosos el paso de disfraces, bailarines y la realeza quedó frustrado ante el desorden que reinó en buena parte del desfile.
La invasión del público a lo largo de la Calle 17 y aún más en el bulevar del barrio Simón Bolívar, opacó el esfuerzo que durante meses hacedores y protagonistas de la fiesta hicieron para deleitar a propios y visitantes.
A diferencia de otros años, en éste brillaron por su ausencia muchos grupos y disfraces individuales, lagos baches y poca ayuda de logística y de la Policía Nacional.
Pasadas las 5 de la tarde, el Rey Momo, Kevin Torres Valdés, el gran protagonista del animado recorrido avivó a quienes lo esperaron con su alegría y carisma.
Torres, el hijo querido del barrio Las Nieves, suroriente de Barranquilla lució impecable con su vestido de coronación y a bordo de un trailer carroza.
Muy cerca de él, su majestad Valeria Charris a bordo de su carroza bailó y saludó a sus seguidores, con la misma alegría y entusiasmo mostrado horas antes bajo el canicular sol de la Vía 40.
Pasadas las 6 de la tarde y tras el paso de los reyes, el público se apoderó de la via bailando y lanzando espuma, en medio de lo que ellos considerarían “carnaval a la calle”.
El color, la música y la alegría del público del suroriente de la ciudad nuevamente salió al ruedo, tras dos años de guardar el ‘espíritu carnavalero’ por culpa del Covid 19.