Caminar por las calles de Barranquilla reveló una realidad muchas veces invisible: más de 42 mil personas viven con alguna condición de discapacidad en la ciudad. Así lo confirmó la gerente de Ciudad, Ana María Aljure, durante su intervención en el Foro de Desarrollo Local de la OCDE, donde presentó los hallazgos de un censo reciente realizado por el Distrito.
Pero el dato no se queda ahí. A estas cifras se suman 23 mil cuidadores, de los cuales un 87 % son mujeres. Mujeres que, como señaló Aljure, dedican su vida entera al cuidado de un ser querido, muchas veces sin recibir ningún tipo de ingreso.
“Son mujeres que no están devengando ningún salario, que están en extrema pobreza. La apuesta de la ciudad es seguir formándolas”, dijo con firmeza. La Alcaldía ya viene ejecutando procesos de capacitación en diferentes áreas y prepara la implementación de planes semilla que impulsen sus propios emprendimientos.
“Queremos que sean productivas. Son mujeres berracas, echadas para adelante, que han sacado adelante a sus hijos con discapacidad”, añadió Aljure, visibilizando un rostro resiliente de Barranquilla que rara vez ocupa los titulares.
El mensaje fue claro: la discapacidad no debe ser vista como una limitación, sino como una oportunidad para repensar la inclusión desde el talento. En ese sentido, Aljure aseguró que cada vez más empresas están entendiendo que contratar a personas con discapacidad no solo es un acto de justicia social, sino también una decisión inteligente.
“Lo que queremos es que los vean desde sus capacidades, sus talentos. Son personas con muchas ganas de trabajar, agradecidas, y alrededor de ellos podemos construir una cadena productiva beneficiosa para todos”, expresó.
En su discurso, también hizo un llamado a la comunidad: si conocen a alguien con discapacidad que aún no aparece en el censo del Distrito, es importante que lo reporten. Además, adelantó que presentarán ante el Concejo de Barranquilla un proyecto de acuerdo para entregar subsidios directos a esta población vulnerable.
Este enfoque no es nuevo para la administración local, pero sí más urgente que nunca. Detrás de cada número hay una historia de esfuerzo, de sacrificio y de amor silencioso. Y Barranquilla, poco a poco, empieza a escucharlas.