La Circunvalar atraviesa una crisis de seguridad vial tras la destrucción de los separadores en concreto que delimitaban los carriles. Conductores y residentes de sectores cercanos han removido estas estructuras para improvisar cruces y retornos, evitando desplazarse hasta las glorietas autorizadas. Lo que parece una solución práctica ha derivado en un problema mayor: el incremento de choques y la exposición de peatones que cruzan la avenida por espacios indebidos.
El tramo más crítico se encuentra entre las carreras 13 y 23, donde peatones y vehículos desafían las normas de tránsito al atravesar simultáneamente la vía, ignorando los puentes peatonales. Testimonios de ciudadanos revelan la magnitud del riesgo: motociclistas sorprendidos por cruces inesperados, automóviles obligados a frenar bruscamente y transeúntes que ponen en juego su vida por ahorrarse unos pasos. La vulnerabilidad de los peatones se ha convertido en la mayor preocupación.
Ante el panorama, voces ciudadanas reclaman soluciones urgentes. Proponen la instalación de barreras más resistentes, el restablecimiento de los separadores y una vigilancia más estricta que impida estas prácticas ilegales. La ausencia de respuesta oficial agudiza la desconfianza y refuerza la sensación de que la Circunvalar, en lugar de ser un corredor seguro, se ha transformado en un escenario de constante amenaza.