Barranquilla tiene un nuevo caso de “descuido con raíces”. En el barrio Los Andes, frente a la Clínica General del Norte, un árbol decidió dejar de luchar contra la gravedad y cayó en seco sobre una bahía de parqueo, aplastando al menos cuatro vehículos. Todo ocurrió en plena tarde, sin una sola gota de lluvia ni un soplo de brisa. Solo el peso del tiempo… y de la indiferencia.
Uno de los más afectados fue Johan Torres, cuyo carro terminó con los parabrisas destruidos y la carrocería abollada. “Es el carro que uso para trabajar y moverme con mi familia. Y ahora no sé qué voy a hacer”, dijo Torres, mientras trataba de procesar cómo un árbol aparentemente olvidado puede alterar la vida de alguien en segundos.
Pero lo que parece un accidente de la naturaleza, tiene una historia detrás. Según relatan los vecinos, la comunidad ya había advertido —con cartas y todo— a la clínica sobre el riesgo que representaba ese árbol. ¿La respuesta? El más absoluto silencio.
Ahora, los afectados se preguntan quién va a responder. Porque sí, el árbol estaba dentro de los predios de la clínica, pero cayó hacia la calle. ¿Y entonces? ¿Seguros? ¿Responsabilidad civil? ¿Culpa compartida? Todo está en el aire, como quedó el dueño del carro, literalmente.
Por fortuna, no hubo heridos. Y eso ya es ganancia en un país donde la prevención casi siempre llega después del accidente. Mientras tanto, las ramas siguen ahí, como prueba del descuido, mientras los vecinos alistan una nueva carta (esta vez con fotos y facturas) para ver si esta vez sí alguien escucha.