Dos vuelos del gobierno colombiano despegaron este lunes desde Bogotá hacia los Estados Unidos con el objetivo de repatriar a 160 ciudadanos colombianos que habían sido deportados durante el fin de semana. Estos vuelos representan un paso clave para resolver la reciente crisis diplomática entre los gobiernos de Colombia y EE.UU., desencadenada tras la decisión del presidente Gustavo Petro de bloquear el aterrizaje inicial de deportados, lo que tensó las relaciones bilaterales.
El manifiesto de los vuelos permanece reservado, por lo que no se ha confirmado el lugar exacto de aterrizaje en territorio estadounidense ni si los colombianos están detenidos en centros de Texas o Arizona. Fuentes oficiales señalan que los deportados ya se encontraban en procesos de expulsión, aunque no está claro si estas capturas ocurrieron durante el gobierno de Biden o bajo la administración de Trump.
El canciller Luis Gilberto Murillo y el embajador de Colombia en EE.UU., Daniel García, viajarán este martes a Washington, posiblemente después de que los vuelos hayan aterrizado en Bogotá. Allí sostendrán reuniones con funcionarios clave de la Casa Blanca y el Departamento de Estado, incluyendo a Mauricio Claver-Carone, actual encargado de asuntos de América Latina. Estas conversaciones buscarán desescalar las tensiones diplomáticas y garantizar la estabilidad en las relaciones bilaterales.
Aunque se evitó una guerra comercial tras la suspensión de aranceles a productos colombianos, las restricciones en materia de visas persisten. Los trámites para nuevas visas en Colombia permanecen suspendidos, y los colombianos con visas diplomáticas (A) y multilaterales (G4) enfrentan limitaciones para ingresar a EE.UU.
En las últimas horas, dos funcionarios del Banco Mundial con pasaporte colombiano vieron sus visas G4 canceladas y fueron deportados en un vuelo de regreso a Bogotá. Además, inspecciones más rigurosas en aduanas para productos colombianos seguirán en vigor hasta que el primer vuelo de deportados toque suelo en Colombia.
Este episodio ha puesto de manifiesto las tensiones latentes entre ambos gobiernos, marcadas por diferencias en políticas migratorias y otros temas clave. A pesar de los desafíos, ambos países parecen estar tomando medidas para garantizar la continuidad de sus relaciones económicas y diplomáticas. Se espera que las reuniones en Washington arrojen soluciones que beneficien a ambas naciones.