Cinco años después del caos, el virus que paralizó al mundo ya no es una amenaza global, pero sigue entre nosotros. Ahora convive como una enfermedad más.
En 2020, Colombia y el mundo vivieron uno de los episodios más duros de la historia reciente: una pandemia sin precedentes causada por un virus desconocido que cambió nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarnos. Hoy, el Covid-19 ha pasado de ser pandemia a enfermedad endémica, es decir, una presencia constante pero controlada en nuestras vidas.
Ya no hay cuarentenas, ni toques de queda, ni hospitales colapsados. Pero el virus no ha desaparecido. Solo en lo corrido de 2025, 72 personas han fallecido en Colombia por complicaciones relacionadas con el Covid-19, según datos del Instituto Nacional de Salud.
¿Qué significa que sea “endémico”?
Una enfermedad endémica es aquella que se mantiene en una población de forma constante, con niveles de contagio previsibles y más manejables. El Covid-19 ha entrado en esa categoría, como lo es la influenza o la varicela. Esto no significa que ya no represente un riesgo, sobre todo para personas mayores o con enfermedades previas, pero sí que ya no vivimos en emergencia sanitaria.
El impacto de las vacunas
El cambio en el comportamiento del virus ha sido posible, en gran parte, gracias a las campañas de vacunación. De hecho, desde la introducción de las primeras dosis en 2021, las hospitalizaciones y muertes se redujeron drásticamente. Mientras en 2021 se reportaron más de 85.000 muertes por Covid-19, en 2024 fueron apenas 339.
El médico cirujano David Peláez, exsecretario de Salud del Atlántico y quien enfrentó la pandemia desde la gerencia del hospital de Baranoa, explicó que la diferencia ahora es la respuesta del sistema inmune. “Hoy las personas tienen reconocimiento del virus, su cuerpo sabe cómo defenderse. Pero eso solo se logra con vacunación y vigilancia constante”, advirtió.
El virus sigue bajo la lupa
Aunque la fase crítica ya quedó atrás, las autoridades sanitarias mantienen un monitoreo constante del Covid-19, igual que lo hacen con otros virus respiratorios. Cada año surgen nuevas variantes, como “Kraken” o “JN.1”, que si bien no generan picos alarmantes, pueden ser peligrosas para quienes no están vacunados o tienen salud comprometida.
En el departamento del Atlántico, uno de los más golpeados durante los primeros años de la pandemia, la situación está bajo control. En lo que va de 2025, se han confirmado apenas 69 casos de Covid-19, en su mayoría en municipios como Soledad, Sabanalarga y Baranoa.
El legado de la pandemia
Más allá de las cifras, el Covid-19 dejó una enseñanza imborrable: la importancia de la salud pública, la ciencia y la prevención. Municipios como Baranoa marcaron la diferencia por su trabajo en vigilancia y vacunación, alcanzando altos niveles de inmunización que les permitieron incluso eliminar antes que otros el uso obligatorio del tapabocas.
Hoy, con el virus en una fase controlada pero aún presente, la mejor herramienta sigue siendo la vacunación, especialmente para adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.
El Covid-19 no se ha ido, pero ya no vivimos con miedo, sino con conciencia. Y esa, quizás, es la mayor victoria después de una de las pruebas más duras del siglo.