En un hecho que revela el grado de deterioro institucional y la pérdida del control territorial por parte del Estado en el sur del Cauca, las disidencias de las FARC, bajo el mando de ‘Iván Mordisco’, entregaron maquinaria amarilla y volquetas a comunidades rurales de esta región, supuestamente con el objetivo de apoyar proyectos agrícolas y el arreglo de vías terciarias.
Las imágenes difundidas muestran a civiles recibiendo los equipos en medio de actos públicos que, más que cooperación, evidencian la consolidación de una autoridad paralela en territorios históricamente golpeados por el abandono estatal. Lo que antes habría sido función del Gobierno nacional o departamental, hoy es asumido por estructuras armadas ilegales que buscan legitimarse ante la población a través de estos gestos.
Este episodio no solo desafía abiertamente el monopolio del uso de la fuerza y los deberes sociales del Estado, sino que también deja en entredicho la efectividad de la política de seguridad y de “paz total” del Gobierno Petro, cuya implementación en el Cauca ha ido acompañada de un alarmante aumento de ataques, reclutamiento forzado y confinamientos de comunidades.
La entrega de maquinaria no es un acto aislado, sino parte de una estrategia de las disidencias para ganar control territorial y apoyo social, aprovechando el vacío de autoridad y la precariedad de la infraestructura estatal en zonas clave. Mientras tanto, el silencio de las Fuerzas Militares y del Ministerio de Defensa frente a este hecho refuerza la percepción de impotencia institucional.
Lo ocurrido en el Cauca es un campanazo de alerta: cuando los grupos armados imponen su propia agenda de “desarrollo”, la línea entre insurgencia y gobierno se diluye peligrosamente.