La consulta interna del Pacto Histórico dejó más dudas que triunfos. Pese a la millonaria logística desplegada por la Registraduría Nacional, la participación fue mínima y el desinterés ciudadano marcó la jornada.
El acuerdo suscrito el 14 de octubre entre la Registraduría y los partidos del Pacto —Colombia Humana, Polo Democrático, Partido Comunista y Unión Patriótica— garantizó 13.405 puestos de votación y 19.833 mesas en todo el territorio, además de la impresión de siete millones de tarjetas electorales, idéntico esquema al de una elección nacional.
También se dispuso un censo de 39,9 millones de votantes habilitados, seguimiento logístico en tiempo real desde Bogotá, acompañamiento técnico y custodia de pliegos hasta el 7 de noviembre. En resumen, el Estado ofreció todas las garantías y recursos para que la consulta se desarrollara sin contratiempos.
Por eso, los señalamientos del Pacto Histórico hacia la organización electoral carecen de sustento. No hubo fallas logísticas ni carencia de infraestructura: hubo apatía ciudadana.
Ni la maquinaria local, ni los llamados del Gobierno, ni la presencia de alcaldes y gobernadores movilizaron a la gente. La abstención no fue un problema técnico, sino político: un reflejo del desencanto con el proyecto que hoy gobierna.










