Una poderosa operación binacional entre las Fuerzas Militares de Colombia y Brasil desmanteló una red de minería ilegal que venía saqueando el corazón de la Amazonía.
En total, 34 dragas fueron destruidas en el río Puré, dentro del territorio indígena de Tarapacá, una zona de especial protección ambiental y cultural.
Detrás de esta maquinaria flotante estaba el grupo armado ilegal “Comandos de Frontera”, que habría instalado los equipos para extraer oro a gran escala. Según cálculos del Ejército colombiano, el negocio ilegal les dejaba más de 25 millones de dólares al año, gracias a la extracción mensual de más de 38 kilos de oro.
El operativo no solo significó un golpe millonario al financiamiento de este grupo criminal, sino que también representa una victoria crucial en la lucha por preservar uno de los pulmones verdes del planeta, que ha sido amenazado por las mafias del oro y el mercurio.
La zona afectada no es cualquier lugar: es hogar de comunidades indígenas ancestrales que han denunciado por años la invasión de dragas, el envenenamiento de sus ríos y la presencia de grupos armados que imponen su ley en territorios sagrados.
Con este operativo, las autoridades de ambos países envían un mensaje claro: la Amazonía no está sola. Y quienes destruyen sus aguas y sus selvas, ya no podrán esconderse ni en la frontera más remota.