Después de varias semanas de angustia y una intensa presión nacional e internacional, las autoridades confirmaron este martes la liberación de Lyan Hortúa, el niño de 11 años que había sido secuestrado el pasado 3 de mayo en su vivienda, ubicada en Jamundí, Valle del Cauca.
Lyan fue raptado por hombres armados pertenecientes a las disidencias de las Farc, presuntamente miembros de la estructura Jaime Martínez. Según los testimonios, el niño fue sacado de su casa sin camiseta, descalzo y bajo amenaza con armas, mientras su familia intentaba protegerse y buscar ayuda.
Los criminales también secuestraron a la niñera del menor, a quien posteriormente liberaron en la zona de Villa Colombia. Tanto a ella como a Lyan les habrían cubierto la cabeza con bolsas negras para evitar que reconocieran el lugar al que serían llevados.
Inteligencia apunta a alias ‘Oso Yogui’
Información de inteligencia de la Policía Nacional señala a alias ‘Oso Yogui’, cabecilla de la estructura Jaime Martínez, como uno de los principales responsables del secuestro. Las autoridades habían ofrecido una recompensa de hasta 400 millones de pesos por información que condujera a su captura, así como la de otros integrantes del grupo armado que delinque en el sur del Valle.
Indignación y presión ciudadana
El secuestro de Lyan generó una ola de indignación en todo el país. Miles de personas se movilizaron en Jamundí y otras ciudades exigiendo su liberación, mientras sectores políticos, sociales y organismos internacionales condenaban el hecho.
Una comisión humanitaria, conformada por representantes de la Cruz Roja Internacional, la OEA y la ONU, participó en las gestiones para facilitar la entrega del menor y garantizar su seguridad durante el proceso.
Regreso a la libertad
La liberación de Lyan fue confirmada por fuentes oficiales, que también señalaron que el menor se encuentra bajo evaluación médica y psicológica para garantizar su bienestar tras la experiencia vivida.
El Gobierno Nacional reiteró su rechazo al secuestro y pidió a los grupos armados respetar el Derecho Internacional Humanitario, especialmente en lo referente a la protección de los niños y niñas en contextos de conflicto.
“Ningún actor armado tiene justificación alguna para secuestrar a un menor. Es un acto cobarde y atroz”, expresó una fuente oficial del Ministerio de Defensa.
La familia de Lyan agradeció el respaldo ciudadano, la labor de las autoridades y los organismos internacionales que trabajaron por su regreso. El caso sigue en investigación para dar con los responsables del crimen.