Un grito cargado de arrogancia rompió la calma dominical en un conjunto residencial del norte de Bogotá. “¡Me veo divina, así con estilo… tas, tas, tas!”, exclamó una mujer desde el balcón de su apartamento, ubicado en el piso 12, mientras disparaba al aire con lo que parecía ser una pistola 9 mm.
El reloj marcaba entre las 3:30 y las 4:00 de la tarde del domingo 13 de julio cuando la escena se desató en la localidad de Suba. Lo que debía ser una tarde tranquila para decenas de familias terminó en una pesadilla: balazos al aire, gritos desafiantes, insultos, amenazas y burlas que, incluso, tocaron fibras personales al aludir tragedias familiares de algunos vecinos.
La mujer, aparentemente bajo los efectos del alcohol, no solo agitaba el arma como si fuera un accesorio más de su vanidad, sino que se pavoneaba ante la mirada atónita de quienes, desde los otros balcones, grababan con sus celulares lo que parecía una escena sacada de una película de acción… o de horror.
Una comunidad atrapada entre el miedo y la impotencia
La primera reacción de los residentes fue el pánico. La segunda, llamar a la Policía. Y aunque los uniformados llegaron al lugar, no pudieron intervenir. Un hombre que se identificó como abogado de la mujer les bloqueó el paso, argumentando que sin orden judicial no podían ingresar al apartamento.
La legalidad jugó entonces en contra del sentido común. Mientras la comunidad temblaba de indignación y miedo, la mujer seguía libre tras los muros de su apartamento, como si nada hubiese ocurrido.
Indignación viral
En cuestión de horas, los videos del hecho circularon por redes sociales y grupos de WhatsApp. Las imágenes se volvieron virales, acompañadas de un coro de indignación. Cientos de personas reclamaban una acción urgente, una investigación, una respuesta clara.
Pero el silencio fue la única respuesta. Para la noche del domingo, ni la Policía Metropolitana ni la Fiscalía General de la Nación habían emitido un pronunciamiento oficial, ni confirmado si se iniciará un proceso penal contra la protagonista del aterrador episodio.
Mientras tanto, en Suba, la sensación de inseguridad y desprotección sigue flotando en el ambiente. Porque lo que ocurrió no fue solo un acto irresponsable con un arma de fuego: fue una afrenta directa a la tranquilidad, a la justicia y al sentido de seguridad que toda comunidad merece.