Una profunda consternación se vive en Chiscas, en el norte de Boyacá, tras la trágica muerte de Liliana Cruz Buitrago, de 25 años, quien falleció luego de que al subteniente Haminton Ruiz Bolívar, comandante de la estación de Policía del municipio, se le escapara un disparo accidental mientras manipulaba un fusil.
El hecho ocurrió hacia las 9:58 p. m. del miércoles, cuando el oficial, su compañera sentimental y dos uniformados más cenaban en un puesto de comidas rápidas. Minutos antes, tras un hostigamiento contra el Batallón de Alta Montaña N.º 2, las autoridades habían ordenado activar el plan defensa, que incluía reemplazar las pistolas de dotación por fusiles y extremar los protocolos de seguridad.
De acuerdo con testimonios locales, el subteniente habría estado limpiando el arma larga, poco habitual en su rutina de servicio, cuando el fusil se accionó de forma inesperada. El proyectil impactó a la joven trabajadora social, quien cayó al piso ante el desconcierto de los presentes.
El traslado al centro de salud fue caótico: inicialmente la intentaron llevar en una moto, luego en una patrulla en la que incluso se registró un leve accidente durante la carrera por salvarla. Aunque alcanzó a ingresar con vida al puesto de salud, falleció antes de ser remitida al Hospital de El Cocuy, debido a la gravedad de la herida.
Liliana Cruz era reconocida en la región por su labor como coordinadora del PIC (Plan de Intervenciones Colectivas) y como trabajadora social del municipio desde hacía más de tres meses. Su muerte ha generado dolor en Chiscas, Ramiriquí —su lugar de origen— y en toda la institucionalidad boyacense.
Aunque en redes han circulado rumores sobre una posible discusión previa, por ahora las autoridades mantienen como línea principal de investigación un accidente por manipulación del arma.









