Yaneth Franco, una vendedora ambulante de empanadas, arepas y pasteles, no estaba dispuesta a dejar que los disturbios en su barrio Verbenal, al norte de Bogotá, le quitaran su sustento.
Tras tres días de violencia desatada por protestas en rechazo a un caso de abuso contra una niña, Yaneth decidió salir de su casa y enfrentar a los encapuchados que quemaban llantas y bloqueaban las calles.
Desde el fin de semana, jóvenes encapuchados protagonizaron actos vandálicos que obligaron a la policía a intervenir con gases lacrimógenos y tanquetas. La comunidad, afectada por los disturbios, vio cómo comercios cerraban y los vecinos, especialmente niños y adultos mayores, quedaban atrapados en sus casas.
Sin embargo, el miércoles, en medio del paro nacional, las revueltas continuaron, y Yaneth tomó la iniciativa. Con varios baldes de agua y una “pistola” sopladora amarilla, apagó las llantas incendiadas en las barricadas y les pidió a los vecinos no permitir que “unos muchachitos dañen el barrio”.
Su valentía contagió a la comunidad, que empezó a reaperturar sus negocios y a pedir a los jóvenes que respeten el barrio. “¿Acaso no tienen mamá, no tienen papá?”, les reprochaban otros residentes, cansados del vandalismo.
Hoy, Yaneth regresa a su puesto móvil en la calle 187 con carrera 18a bis, con la esperanza de que la calma vuelva y sus empanadas se vendan como siempre, convertida ya en un símbolo de resistencia y amor por su barrio.