Durante años, fumar cigarrillos —ya sean tradicionales o electrónicos— se ha asociado principalmente con enfermedades cardíacas, pulmonares y distintos tipos de cáncer. Sin embargo, una nueva investigación de la University College London (UCL) advierte que los daños van mucho más allá del sistema respiratorio.
El estudio, publicado en The Lancet Healthy Longevity, analizó los datos de 9.500 personas en 12 países, incluyendo España, Alemania, Estados Unidos y Reino Unido. Los resultados fueron contundentes: el consumo de tabaco podría acelerar el deterioro cognitivo y afectar funciones clave del cerebro, como la memoria y la fluidez verbal.
De hecho, quienes dejaron de fumar antes de los 40 años mostraron un deterioro cognitivo más lento, mientras que los fumadores activos presentaron una caída del 50 % en fluidez verbal y del 20 % en memoria frente a los exfumadores.
Los investigadores subrayan que dejar el hábito no solo mejora la salud física, sino también la mental, y recomiendan promover campañas que visibilicen el impacto del tabaco sobre la mente.