Por: Yasher Bolívar Pérez
En un partido que rozó el desastre, el FC Barcelona consiguió una agónica victoria 1-2 frente al colista Real Valladolid en el Estadio José Zorrilla. El conjunto de Hansi Flick, que salió con un once plagado de rotaciones, fue sorprendido desde el arranque por el tanto de Iván Sánchez, lo que dejó helado al líder de la clasificación y desató el clamor en la grada local.
El equipo catalán mostró una versión desdibujada durante gran parte del encuentro, especialmente en el primer tiempo, donde el guardameta Ferreira se convirtió en figura al contener múltiples remates de Ansu Fati y Pau Víctor. El ingreso de Lamine Yamal fue un punto de inflexión: provocó la jugada que derivó en el empate de Raphinha y abrió espacios que hasta entonces parecían sellados a fuego por el Pucela.
El gol definitivo llegó gracias a una desatención defensiva del Valladolid que Fermín, con un zurdazo certero, no desaprovechó. Pese a sufrir hasta el último aliento y con Ter Stegen convertido en salvador en el tramo final, el Barça logró un triunfo de enorme peso simbólico: sobrevivir a su peor versión para mantener vivo su pulso por el título. Porque cuando más difícil parecía, emergió el espíritu de campeón. ¿Basta el sufrimiento para construir una liga? En Zorrilla, la respuesta fue sí.