Por: Yasher Bolívar Pérez
Con el rostro endurecido por la tristeza, pero la voz firme por el carácter, Catalina Usme enfrentó los micrófonos minutos después de la derrota de Colombia ante Brasil en la final de la Copa América Femenina 2025. El 5-4 en la definición por penales, tras un partido vibrante, dejó al equipo colombiano a centímetros de la gloria. Y Usme, símbolo de esta generación, no escondió su frustración: “¡Qué rabia que se nos haya escapado! Hoy estuvimos a un minuto”.
Más allá de la amargura, Usme apeló a la madurez y al liderazgo que la caracteriza. “Vamos a seguir construyendo, cerrando esa brecha. Cada día es más corta. No tengo nada que reprocharle al equipo”, dijo. Sus palabras se mezclaron con las lágrimas de sus compañeras, muchas de ellas jóvenes, que vieron cómo el título se desvanecía en los penales.
Conmovida, pero sin perder la convicción, la 10 de la selección dejó un mensaje que va más allá del resultado: “Si diez veces nos caemos, diez veces nos tenemos que volver a levantar”. El equipo perdió el trofeo, pero ganó algo más profundo: la certeza de que ya no están lejos, de que el fútbol femenino colombiano no es una promesa, sino una realidad que exige más respaldo, más inversión y, sobre todo, más respeto.