Por: Yasher Bolívar Pérez
El debut de la Selección Colombia de baloncesto en la AmeriCup 2025 fue una mezcla de ilusión y desazón. Durante los primeros minutos contra República Dominicana, el quinteto nacional mostró carácter, cerrando el primer cuarto con un 21-18 que invitaba a soñar. Sin embargo, esa chispa inicial se fue apagando poco a poco: los errores en ataque, las pérdidas de balón y la falta de puntería desde el perímetro se convirtieron en un lastre imposible de cargar.
El rostro de Braian Angola, tras anotar y al mismo tiempo cargar con la responsabilidad de guiar a su equipo, reflejaba la tensión de un partido cuesta arriba. Junto a él, Romario Roque se dejó la piel en la defensa, firmando cinco robos que quedarán en la estadística, aunque no alcanzaron para frenar el ímpetu dominicano. Del otro lado, figuras como David Jones-García, con su imponente presencia bajo el aro, marcaron la diferencia y evidenciaron la brecha física y táctica que todavía persiste en el baloncesto continental.
Pese a la derrota 84-59, el vestuario colombiano no se resigna. Los jugadores saben que el torneo apenas comienza y que el duelo del domingo frente a Nicaragua es más que un partido: es una oportunidad para reivindicarse, para demostrar que el esfuerzo y el talento también escriben historias de resiliencia. Porque más allá del marcador, este debut deja en claro que Colombia no solo juega contra sus rivales, también compite contra sus propios límites.