Por: Yasher Bolívar Pérez
La Federación de Fútbol de Irán confirmó que no participará en el sorteo del Mundial 2026, previsto para la próxima semana en Washington, debido a que Estados Unidos no otorgó visas a todos los integrantes de su delegación. La decisión, que rápidamente trascendió el ámbito estrictamente deportivo, fue comunicada a la FIFA con el argumento de que la negativa estadounidense responde a criterios ajenos al fútbol y afecta directamente la presencia del equipo en un evento clave del calendario mundialista.
De acuerdo con medios iraníes, Washington aprobó visas para cuatro miembros del grupo —entre ellos el entrenador Amir Ghalenoei y el portavoz federativo Amir Mehdi Alavi—, pero rechazó las solicitudes de al menos otras tres personas. Esta selección parcial, según el diario Tehran Times, evidencia una dinámica diplomática marcada por décadas de tensiones entre los dos países, en un contexto donde cualquier gesto adquiere un peso político adicional. La ausencia iraní en el sorteo no solo altera la representación protocolaria de la delegación, sino que reaviva el debate sobre los límites entre política exterior y deporte internacional.
A pesar del desencuentro, la selección iraní ya tiene asegurado su cupo en el Mundial de Canadá, Estados Unidos y México 2026, que será su séptima participación en la máxima cita del fútbol. Su clasificación, alcanzada en marzo, contrasta con la imposibilidad de estar presente en un acto ceremonial que tradicionalmente marca el inicio simbólico del torneo para cada país. La situación vuelve a poner sobre la mesa una paradoja persistente: el deporte se proclama terreno neutral, pero termina inevitablemente atravesado por tensiones geopolíticas que desbordan el campo de juego.









