El libreto parecía escrito para una noche tranquila en el Metropolitano: Junior, líder del campeonato, jugando en casa ante un rival que acumulaba diez derrotas consecutivas en Barranquilla. Pero el fútbol, como tantas veces, volvió a premiar al que no se rinde… y a castigar al que no aprende.
El equipo rojiblanco logró abrir el marcador después de 70 minutos de un partido espeso, espeso como las últimas actuaciones del conjunto dirigido por Alfredo Arias. Guillermo Paiva, con oportunismo, rompió el cero e ilusionó a la hinchada con una victoria que parecía inevitable. Pero Junior no supo cerrar el juego. Y no es la primera vez.
Una mala salida de Carlos Esparragoza —de esas que pesan más por el momento que por la forma— le entregó a Jovanny Bolívar la oportunidad de igualar. La Equidad no había mostrado mucho, pero con eso le bastó. Uno a uno. Silencio en las tribunas. Frustración repetida.
Arias intentó congelar el partido con cambios en el mediocampo, pero su apuesta por sostener el resultado dejó al equipo sin ideas ni control. Junior volvió a ser un equipo plano, predecible, que parece no saber qué hacer cuando tiene la ventaja. La película ya se ha visto esta temporada.
El empate no solo significó dos puntos menos en casa, sino la posibilidad real de perder el liderato. Con 21 unidades, Junior podría ser superado por Independiente Medellín, su próximo rival este domingo en el Atanasio Girardot. El duelo será una verdadera prueba de carácter.
Mientras tanto, La Equidad celebra el punto como un triunfo. Después de diez caídas consecutivas en territorio barranquillero, el empate sabe a revancha. Y tal vez, también, a advertencia para los que aún subestiman al rival cuando el pitazo inicial suena.