Por: Yasher Bolívar Pérez
Robert Francis Prevost, el nuevo papa León XIV, elegido este jueves como sucesor de Francisco, no solo trae consigo una hoja de vida eclesiástica marcada por la misión y la enseñanza, sino también una faceta poco habitual en los pontífices modernos: su pasión por el tenis. A sus 69 años, este estadounidense con ciudadanía peruana confesó en una entrevista a la Orden Agustiniana que extraña la raqueta y sueña con volver a las canchas, aunque su nuevo rol parece hacer ese deseo cada vez más remoto.
Prevost fue misionero en Perú entre 1985 y 1999, luego obispo de Chiclayo y, más tarde, cardenal designado por Francisco. Mientras en Roma se celebraba su elección y la multitud se congregaba en la Plaza de San Pedro, otra audiencia, a escasos kilómetros, reaccionaba a la noticia desde un contexto completamente distinto: el Foro Itálico, donde se disputaba el Masters 1000 de Roma. En medio de un partido entre Fabio Fognini y Jacob Fearnley, la transmisión incluyó imágenes del nuevo papa, lo que generó sorpresa y curiosidad entre los asistentes.
El impacto fue tal que, durante una pausa del juego, uno de los periodistas italianos en la sala de prensa del torneo bromeó: “Jannik I”, en alusión al tenista Jannik Sinner, desatando las risas del lugar. La decepción por no tener un papa italiano duró poco: al revelarse que el pontífice electo era fanático del tenis, el dato humano se impuso a la solemnidad, dejando entrever que León XIV, más allá de su investidura, conserva la cercanía de quien también fue espectador, jugador y apasionado del deporte.