Por: Yasher Bolívar Pérez
La noche en Cincinnati dejó un recuerdo imborrable para Nabil Crismatt. El lanzador barranquillero consiguió su primera victoria con los Arizona Diamondbacks en el triunfo 10-1 frente a los Reds, firmando una actuación sólida que confirma su buen arranque en la temporada de Grandes Ligas. Durante cuatro entradas, el derecho trabajó con temple: permitió cuatro imparables, otorgó tres bases por bolas, pero supo recomponerse para ponchar a cuatro rivales y salir sin daño en la pizarra.
El debutante en el montículo enfrentó situaciones complejas, con hombres en base y bateadores peligrosos como Elly De La Cruz y José Treviño, pero siempre encontró la forma de resolver con cabeza fría y lanzamientos precisos. Su salida en el quinto episodio, tras dominar de manera consecutiva a tres rivales, fue una muestra de carácter y madurez, lo que le permitió ceder el relevo con la ventaja asegurada y el aplauso de sus compañeros.
Para Crismatt, este triunfo representa más que una estadística: es el reflejo de años de esfuerzo, de constancia y de resiliencia en un deporte donde nada se regala. Con apenas dos juegos disputados en la campaña, su efectividad de 1.00 y nueve ponches en nueve entradas lo perfilan como una pieza confiable en el bullpen de Arizona. Desde Barranquilla hasta el desierto de Arizona, la carrera del colombiano empieza a escribirse con victorias que llevan el sabor de la perseverancia.