Por: Yasher Bolívar Pérez
Tiene apenas 12 años, pero su impacto ya trasciende las medallas. Yu Zidi, nadadora china, ha sacudido el orden establecido en los Mundiales de Singapur al alcanzar dos cuartos puestos en pruebas individuales y sumar un bronce en relevos, todo antes de entrar siquiera en la adolescencia. Su desempeño ha sido tan sorprendente que la federación internacional, World Aquatics, ya evalúa cambiar el reglamento y establecer una edad mínima definitiva para competir en eventos élite.
Zidi no solo logró tiempos de clase mundial; lo hizo con una madurez competitiva que pocos esperaban. En los 200 metros mariposa quedó a 31 centésimas del podio, mientras que en los 200 estilos también rozó el bronce. Aunque no participó en la final del relevo 4×200, su desempeño en las semifinales le otorgó legítimamente una medalla, y con ella, el reconocimiento del mundo. Sin embargo, su irrupción ha despertado interrogantes profundos: ¿es justo exponer a una niña a la presión del alto rendimiento tan temprano?
Mientras China defiende su caso como un ejemplo de mérito deportivo precoz, fuera del país crecen las voces que advierten sobre el riesgo físico y emocional. La historia de Yu recuerda a otras figuras que brillaron de niñas y luego se desvanecieron, pero también a quienes hicieron de un inicio temprano la base de una carrera longeva. Por ahora, Yu Zidi ya ha dejado su huella: no solo por lo que nada, sino por lo que representa.