La mamoplastia de aumento es un procedimiento para agrandar o cambiar la forma de los senos, que se hace por motivos estéticos como en casos de mujeres que han debido someterse a una mastectomía (extirpación de la mama) por cáncer.
En cualquier caso, estos implantes que se ubican en el cuerpo no son para toda la vida.
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., los implantes son bolsas llenas de agua salada estéril o de silicona, y se pueden poner a través de un corte en el seno, debajo del brazo, al borde de la areola o cerca del ombligo.
Sin embargo, a pesar de las pruebas a las que se someten los implantes antes de su aprobación existen algunos riesgos, como la contractura capsular, el dolor, la infección e incluso la ruptura de los mismos.
En ese sentido, la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) señala que los implantes de seno no son dispositivos de por vida.
«Cuanto más tiempo tenga los implantes de seno, mayores serán las posibilidades de que desarrolle complicaciones, algunas de las cuales requerirán más cirugía», reza su portal web.
La vida útil de un implante mamario, según la autoridad sanitaria, varía de acuerdo a la persona que los tenga, y no se puede determinar con antelación.
«Eso significa que todas las personas con implantes de seno pueden necesitar cirugías adicionales, pero nadie puede predecir cuándo. Los pacientes también pueden solicitar cirugías adicionales para modificar el tamaño o la forma de sus senos», agrega.
En la mayoría de los casos donde la mamoplastia de aumento se hace bajo condiciones normales y en pacientes sin riesgos adicionales, el tiempo promedio de los implantes se establece en 10 años.
No obstante, no significa que se vayan a retirar en ese plazo, pues el procedimiento implica primero una revisión del estado de los dispositivos para verificar que todo esté bien y, en ese momento, poder decidir cuándo serán reemplazados.