La madrugada de este viernes rompió la calma habitual en la vía que une a Riohacha con Maicao, en La Guajira.
Una fuerte explosión sacudió la zona, destruyendo por completo la estructura del peaje e instalando el miedo entre los habitantes que, aún somnolientos, sintieron el eco de la violencia irrumpir en su territorio.
El ataque, que dejó al menos dos personas muertas y varios heridos, fue atribuido al Ejército de Liberación Nacional (ELN), según mensajes encontrados en el lugar por las autoridades. Aunque las víctimas no han sido identificadas, sus vidas, truncadas por el estallido, se suman a una larga lista de víctimas silenciosas del conflicto.
Las ruinas del peaje, humeantes aún horas después del atentado, son el reflejo tangible de una violencia que parece no cesar. Vecinos del sector, conmocionados, hablan en voz baja, como si el silencio pudiera protegerlos de futuros estallidos. “Esto no se había visto en mucho tiempo”, dice una mujer, temblando mientras observa los restos calcinados.
Mientras avanzan las investigaciones y se restablece el orden en la zona, el atentado reaviva el temor de un resurgimiento de los ataques armados en regiones que apenas comenzaban a recuperar algo de tranquilidad.