El eco de la música electrónica fue interrumpido por el estruendo de las balas. Lo que inició como una fiesta promocionada en redes sociales terminó en tragedia: tres jóvenes asesinados y nueve más heridos tras un ataque armado en la finca Villa de Olvega, ubicada en la Vía al Mar, en jurisdicción de Puerto Colombia.
“Esto ya está invivible. Aquí, el que cayó, cayó, tenga o no tenga que ver”, dijo entre sollozos un familiar de uno de los heridos frente a la Clínica Portoazul. “No había policías, no había control. Llegaron y dispararon como si fuera zona de guerra”.
Un ataque selectivo en medio del desenfreno
Eran las 10:00 p.m. del lunes festivo cuando cuatro sicarios en dos motocicletas ingresaron a la finca, donde desde el domingo se realizaba una fiesta de 48 horas con 12 DJs y decenas de asistentes. Sin mediar palabra, los hombres dispararon de forma indiscriminada. Los fallecidos fueron:- Luis Alfredo Vergara Julio (25), ingeniero industrial en formación, asesinado con disparos en el cuello y rostro.
- Ronald José Alarcón (19), estudiante, quien recibió tres impactos en la cabeza.
- Maciel Karina Gómez (25), comunicadora social, DJ y promotora cultural, herida de muerte mientras compartía con su hermana.
Fiestas sin control: ¿zona de recreo o tierra de nadie?
Este hecho revive la memoria de otra masacre ocurrida el 24 de octubre de 2022 en las Cabañas Mediterrané, también en Puerto Colombia. En esa ocasión murieron dos personas en una rumba con presunta relación con estructuras narco-criminales. Puerto Colombia parece haberse convertido en un epicentro de fiestas ilegales, sin vigilancia, sin control de horarios, y con serias sospechas de tráfico de armas y drogas. “Estas no son casas de eventos, pero igual alquilan y se anuncian sin restricción alguna. ¿Quién responde?”, cuestiona el abogado Enrique Medina, residente en la zona. Las normas locales solo permiten eventos hasta las 2:00 a.m., pero “en la práctica, las rumbas duran hasta que el cuerpo aguante, o hasta que llegue la muerte”, agrega Medina.Las víctimas: entre sueños rotos y balas cruzadas
Maciel Karina Gómez, una joven barranquillera, había regresado a la ciudad después de formarse como comunicadora en Bogotá. Quería impulsar su carrera como DJ. “Mi hija tenía sueños, talento, estaba en lo suyo. ¿Por qué una bala la sacó del camino?”, clamó su madre en redes sociales, pidiendo justicia. Luis Alfredo Vergara vivía en el barrio Las Palmas y había asistido con amigos al evento. Estaba bailando cuando lo impactaron. Sus familiares relataron que había abandonado sus estudios durante la pandemia, pero tenía planes de retomarlos este año.El negocio detrás del desenfreno
La fiesta fue promocionada a través de Instagram por el restaurante Dalai Gastrobar & Cavas, que incluso publicó afiches del evento. Allí se anunciaba la participación de DJs nacionales e internacionales, como Zandú, y se invitaba a “empezar el verano al mejor son de la electrónica y el dancehall”. No era un evento improvisado. Era una fiesta con logística, entradas promocionadas, line-up de artistas y fuerte promoción digital. Pero sin vigilancia, sin permisos visibles, y sin una mínima intervención institucional.¿Y las autoridades?
Las preguntas surgen una tras otra:- ¿Quién permite que se realicen fiestas de más de 48 horas en zonas rurales sin regulación?
- ¿Quién supervisa los permisos, la venta de alcohol y la seguridad privada?
- ¿Dónde estaban la Alcaldía, la Policía y la Secretaría de Gobierno de Puerto Colombia?
Las heridas siguen abiertas
Los otros nueve heridos del ataque son:- Valeria Castro, herida en el abdomen.
- Michell Andrea Mercado Escaffi, herida en la pierna.
- Dayana Montaña Merlano, con dos antecedentes judiciales.
- Gabriel Eduardo Mejía Chávez, con anotaciones por estafa.
- Entre otros jóvenes cuya vida ahora quedó marcada por el trauma.