Eran las 7:20 de la noche del miércoles cuando una imagen desgarradora quedó registrada en las afueras del Hospital General de Barranquilla: un hombre, inconsciente, llega tendido sobre un carricoche, empujado por otro ciudadano desesperado. Apenas minutos después, su muerte fue confirmada. La escena, ocurrida tras el consumo de licor adulterado en la zona de ‘El Boliche’, en el mercado público, revive el fantasma de una tragedia ocurrida 36 años atrás, cuando por primera vez los intoxicados llegaban al mismo hospital… pero en carretillas. Hoy, los protagonistas son otros, pero el drama es el mismo. Vendedores ambulantes, habitantes de calle y carricocheros son las principales víctimas de esta nueva ola de intoxicaciones. Al menos 10 personas han muerto y varios más siguen llegando en estado crítico a los centros asistenciales. Las autoridades investigan la procedencia del licor, que se vendía por tan solo 2.000 pesos la botella
, y ya han identificado a varias víctimas, incluyendo al propio hombre que presuntamente fabricó y distribuyó la mezcla mortal. Mientras tanto, en las calles del centro de Barranquilla, la vida sigue… pero el miedo también.