Este 13 de noviembre marca el doloroso aniversario de la tragedia de Armero, cuando la erupción del volcán Nevado del Ruiz en 1985 dejó 25,000 muertos y miles de heridos, marcando un antes y un después en la gestión del riesgo en Colombia.
A pesar de las advertencias de congresistas, geólogos, y vulcanólogos sobre la probabilidad de la erupción, estas no fueron tomadas con la seriedad necesaria. Francisco González, director de la Fundación Armando Armero, destaca que los pobladores estaban alertados por señales evidentes en el ambiente, incluyendo la presencia diaria de ceniza. Sin embargo, estas señales fueron ignoradas, y la tragedia se desató en horas de la noche.
Hernando Arango Monedero, representante a la Cámara por Caldas, también lanzó una advertencia en el Congreso semanas antes, pero sus palabras quedaron sin respuesta.
Las lecciones aprendidas:
- Es posible prevenir tragedias: Aunque prever una erupción volcánica exacta es imposible, los fenómenos asociados, como flujos de lodo, pueden tomarse como señales de advertencia. La gestión del riesgo se volvió crucial, llevando a la creación del Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres (SNPAD) y el Sistema Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (SNGRD).
- Ordenamiento del territorio basado en información geocientífica: Las administraciones locales deben basar las decisiones de ordenamiento territorial en información geocientífica para prevenir o reducir riesgos.
- Necesidad de sistemas de monitoreo volcánico: Antes de la tragedia, Colombia carecía de un sistema de monitoreo volcánico en tiempo real. Se implementó un sistema de monitoreo en tiempo real con la ayuda de Estados Unidos para cerrar esta brecha.
- Información oportuna y veraz es vital: La desinformación contribuyó a la pérdida de vidas. Desde entonces, Colombia ha fortalecido sus sistemas de monitoreo y difunde información constante sobre amenazas volcánicas.
- Consolidar una cultura volcánica: Colombia, un país de volcanes, está enfocándose en que la población cercana conozca los riesgos a los que está expuesta, consolidando así una cultura de conciencia y preparación para desastres naturales.