El llamado Cartel de los Soles, una organización criminal a la que Estados Unidos vincula directamente con altos mandos del Gobierno de Nicolás Maduro, volvió al centro de la agenda internacional tras los recientes anuncios de Washington y el notable incremento de presencia militar estadounidense en el Caribe.
La administración estadounidense confirmó este domingo que designará al Cartel de los Soles como organización terrorista extranjera (FTO), un paso que profundiza las medidas adoptadas en julio, cuando ya había sido catalogado como grupo terrorista global especialmente designado (SDGT).
Aunque la DEA rastrea sus orígenes desde los años noventa —asociándolo con militares venezolanos identificados por los “soles” de sus insignias— la existencia del cartel no fue reconocida oficialmente hasta marzo de 2020, durante el gobierno de Donald Trump. Desde entonces, el Departamento de Justicia acusa a Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello de liderar la red. Bajo ese argumento, Washington ofrece recompensas de hasta 50 millones de dólares por información que conduzca a su captura y la de otros implicados.
Venezuela ha rechazado de manera rotunda estas acusaciones y denuncia que se trata de una estrategia estadounidense para desestabilizar al país. Colombia, bajo el gobierno de Gustavo Petro, también ha asegurado que el cartel “no existe” y que el verdadero tráfico regional sería operado por redes internacionales asentadas en Europa y Medio Oriente.
No obstante, países como Argentina, Ecuador y Paraguay sí reconocen al Cartel de los Soles como una organización terrorista.
Según InSight Crime, el grupo no funciona como una estructura jerárquica clásica, sino como una red dispersa de células incrustadas en instituciones públicas venezolanas, especialmente dentro de las fuerzas militares, lo que hace difícil su rastreo y desarticulación.
Un despliegue militar sin precedentes en el Caribe
La presión estadounidense no se limita al plano diplomático. Más de 4.000 militares, incluidos alrededor de 2.000 marines, han sido desplegados cerca de las costas venezolanas junto a una poderosa flota de guerra: los destructores USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson; los buques anfibios USS Iwo Jima, USS San Antonio y USS Fort Lauderdale; el crucero USS Lake Erie y el submarino nuclear USS Newport News.
A esta operación, llamada “Lanza del Sur”, se sumó recientemente el portaaviones USS Gerald R. Ford, el más grande de la Armada estadounidense. Desde septiembre, parte de esta fuerza ha participado en ataques contra embarcaciones señaladas por Washington de transportar droga, operaciones que ya han dejado más de ochenta muertos.
La tensión entre Caracas y Washington vuelve así a un punto crítico, con un cartel cuya existencia sigue dividendo posiciones en América Latina, pero que continúa siendo uno de los argumentos centrales de la estrategia estadounidense de presión contra el Gobierno de Maduro.









