En las próximas horas, el panorama en la costa venezolana podría cambiar drásticamente. Tres destructores de guerra estadounidenses —el USS Gravely, el USS Jason Dunham y el USS Sampson— avanzan rumbo al Caribe sur con destino a las cercanías de Venezuela, según reveló la agencia Reuters.
El movimiento militar no es menor: detrás de esta operación estarían unos 4.000 marines desplegados por el Gobierno de Estados Unidos en la región. Washington asegura que la misión busca combatir a los carteles del narcotráfico que operan en América Latina, aunque en Caracas se interpreta como una nueva maniobra de presión contra el gobierno de Nicolás Maduro.
La semana pasada, el secretario de Estado, Marco Rubio, confirmó públicamente el envío de naves al mar Caribe, en línea con la estrategia de la administración Trump de endurecer las acciones contra el chavismo. No es casualidad que este mismo año, EE. UU. haya catalogado a Maduro como líder del llamado Cartel de los Soles, ofreciendo incluso una recompensa de 50 millones de dólares por su captura.
Fuentes militares citadas por Reuters aseguran que estos buques no solo servirán para labores de inteligencia y vigilancia, sino que también podrían convertirse en plataformas de ataque “si la decisión llegara a tomarse”. Una declaración que, aunque pronunciada bajo anonimato, deja en el aire la tensión de un Caribe que podría pasar de escenario de operaciones de patrullaje a campo de confrontación internacional.