Bajo un sol implacable y una plaza colmada de pañuelos, pancartas, carritos de bebé y abrazos familiares, el Papa León XIV presidió este domingo su primera gran Misa Jubilar. Y no desaprovechó el púlpito para lanzar un mensaje contundente: el matrimonio entre hombre y mujer no es un concepto aspiracional, sino el verdadero “modelo” del amor humano.
“El matrimonio no es un ideal, sino el modelo del verdadero amor entre el hombre y la mujer. Amor total, fiel y fecundo”, proclamó el pontífice ante miles de fieles que lo ovacionaron desde la Plaza de San Pedro. “Este amor, al hacerlos una sola carne, los capacita para dar vida a imagen de Dios”, añadió con énfasis.
El mensaje, que no dejó espacio para interpretaciones ambiguas, llegó en una misa dedicada a las familias, los abuelos y los niños, enmarcada en el Año Santo y cargada de símbolos emotivos: desde familias enteras ondeando banderas, hasta bebés que fueron bendecidos desde el papamóvil. León XIV incluso estrechó la mano de un joven que lo aclamaba a voz en cuello: “¡Papa León, protege la familia!”.
Pero el pontífice fue más allá del ámbito conyugal. Su homilía tocó temas espinosos con palabras claras. Criticó lo que llamó “la libertad de quitar la vida”, alertando que “la humanidad a veces se ve traicionada”. En sus palabras, esa libertad malentendida se convierte en una herramienta de daño en lugar de protección.
“Cuando se invoca la libertad no para dar vida, sino para quitarla; no para proteger, sino para herir… estamos traicionando lo más humano que tenemos.”
León XIV hizo un llamado a volver al vínculo original, al amor con rostro, al “sí” que forma un hogar y desde el cual —insistió— “nace el futuro de los pueblos”. Citó como ejemplo a parejas santas como Luis y Celia Martin (padres de Santa Teresa del Niño Jesús) o la familia Ulma, mártires por salvar vidas judías durante el Holocausto. No fue casual: su mensaje es que la santidad también se cultiva entre pañales, horarios cruzados y manos entrelazadas en medio del caos cotidiano.
En medio de un panorama mundial marcado por crisis familiares, divorcios crecientes y tensiones sobre la definición de familia, el Papa parece estar trazando las líneas de lo que será uno de los ejes de su pontificado: una defensa abierta, sin eufemismos, de la familia tradicional.
El cierre fue solemne, pero esperanzador: “Si nos amamos así, sobre el fundamento de Cristo, seremos un signo de paz en la sociedad y en el mundo”.
El Jubileo apenas empieza, pero el tono ya está claro. León XIV no teme llamar las cosas por su nombre. Y desde este domingo, miles de familias salieron de San Pedro con la sensación de que la Iglesia, al menos por ahora, ha reafirmado en voz alta de qué lado está.