El reciente respaldo de países como el Reino Unido, Canadá y, próximamente, Francia al reconocimiento de Palestina como Estado, sumándose a una lista creciente de naciones —incluidas varias potencias del G7—, representa un apoyo de alto valor simbólico, aunque con escasos efectos prácticos frente a la ofensiva israelí en Gaza, según expertos en derecho internacional.
El derecho internacional establece que para ser reconocido como Estado se requiere población permanente, territorio definido y gobierno soberano. Pese a la ocupación israelí, Palestina cumple con estos criterios, sostiene Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid. El académico recuerda que la Asamblea General de la ONU ya había aprobado en 1947 una resolución para dividir el territorio en dos Estados, uno árabe y otro judío, aunque ese plan nunca se concretó.
Para María de los Ángeles Ruiz, profesora de Derecho Internacional en la misma universidad, el reconocimiento depende exclusivamente de la voluntad política de cada país, lo que explica el reciente viraje de varias potencias.
Aun así, los efectos inmediatos son limitados. Álvarez-Ossorio advierte que la decisión no cambiará la situación en Gaza ni detendrá la violencia, pero sí aumenta el aislamiento diplomático de Israel, enviando el mensaje de que su “impunidad” encuentra cada vez menos respaldo. En los países que otorguen reconocimiento, las representaciones palestinas deberán elevar su estatus y sus delegados pasarán a ser considerados embajadores.
En el plano multilateral, Palestina fue admitida en 2012 como Estado observador no miembro de la ONU, lo que le permitió adherirse a tratados internacionales, incluido el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Sin embargo, convertirse en miembro pleno requiere la aprobación del Consejo de Seguridad, donde el veto de Estados Unidos sigue siendo el principal obstáculo.
Para Ruiz, este reconocimiento llega con retraso y en un contexto de destrucción: “¿De qué sirve si apenas queda territorio que reconocer? Las fronteras están desdibujadas y bajo control israelí, lo que limita cualquier implementación real”, concluye.