Por Eduardo Verano de la Rosa
Importante discusión abrió Rafael Yuste, director del Centro Neurológico de la Universidad de Columbia, en Nueva York, quien trabaja en el descubrimiento de los misterios del cerebro. Su proyecto ‘Brain’, apoyado por el Gobierno de Estados Unidos, inició experimentando con ratones, creó una fundación y ha escrito libros sobre este asunto.
Pese a que se ha desmenuzado internamente el cerebro para entender, por partes, su complejo funcionamiento, nadie ha podido descifrarlo a cabalidad. Tantos años de estudio, por ejemplo, sobre las neuronas, aún no ven la luz al final del túnel.
Asegura que las neuronas cuando se juntan generan resultados que no se producen en forma individual, al agruparse presentan estímulos cerebrales que permiten estudiar cómo funciona el cerebro y define las redes neuronales como un gran mapa de interconexiones interesantes.
Otros científicos como el también español, Rafael Lorente, desarrollaron la teoría de los “Conjuntos neuronales” que ratifican que neuronas aisladas no producen resultados, solo se “accionan” en forma de redes.
Los humanos tenemos poco menos de cien mil millones de neuronas y casi un cuatrillón de conexiones entre sí. Los varones tenemos 4 % más neuronas que las mujeres y ellas tienen más conexiones entre neuronas que nosotros.
El cerebro humano es el resultado de una evolución de millones de años que ha permitido la formación de esos mapas interconectados que explican su gran tamaño.
La diferencia del hombre con el resto de las especies de la creación es que todos los órganos de su cuerpo están conectados al cerebro. Es nuestra torre de control. Los procesos internos de ese órgano, en su esencia, son también señales químicas que se convierten en actividades cerebrales. Se hacen de manera subconsciente, el humano no es consciente de cómo funciona.
“Hay grupos de neuronas que se juntan y pueden crear un pensamiento o una memoria. Esta teoría dice que conjuntos neuronales cuando se sincronizan entre sí generan la experiencia que llamamos conciencia”, asegura Yuste.
Su máximo interrogante es: ¿por qué soñamos? Asegura que los neurobiólogos aún no tienen una explicación. Él confirma que el sueño es la manera de reparar el mapa cerebral. Dormir lo ajusta y lo limpia. Durante el día se agita, se desgasta y por la noche se repara, se reconstruye. Todo ocurre en la corteza cerebral, por eso el humano tiene el cerebro y la corteza cerebral tan grandes.
Lo ideal es que lleguemos a entender perfectamente cómo funciona el cerebro. Conocerlo más cambia la historia de la humanidad porque habrán respuestas a inquietudes que el hombre ha tenido sobre su evolución. Habrá un control de enfermedades psiquiátricas y neurobiológicas y tendremos un mejor aprovechamiento de la manera de pensar a través de las herramientas de inteligencia artificial que están basadas en modelos de redes neuronales.
Sabremos cómo funciona la agresión humana y cuáles son los circuitos del cerebro que convierten a una persona en agresor u homicida. Exámenes médicos podrían revelar si estamos preparados para determinados cargos, si comprendemos los pensamientos entenderíamos la mente porque estos son los ladrillos que la construyen.
La verdadera revolución es tener claridad sobre el misterio más fascinante del ser humano: el funcionamiento de su mente.
