En una jornada marcada por el miedo y la violencia, el corregimiento de El Carmelo, en el municipio de Cajibío (Cauca), vivió uno de los ataques más violentos del año. Durante cinco horas de hostigamiento continuo, presuntas disidencias de las FARC arremetieron contra la subestación de Policía, dejando como saldo un patrullero muerto, cuatro uniformados heridos y una población sumida en el pánico.
El ataque, que inició en la madrugada del domingo, fue ejecutado con explosivos de alto poder. La subestación policial quedó completamente destruida, envuelta en llamas mientras los agentes resistían como podían desde su interior. Solo después de largas horas de enfrentamiento llegó el refuerzo aéreo, en medio de un ambiente ya devastado.
Los estragos no se limitaron a la estación. Comercios, viviendas, vehículos particulares y la iglesia católica del corregimiento también resultaron afectados. La comunidad, atrapada en medio del fuego cruzado, ha quedado conmocionada.
“Perdimos un héroe”
La víctima fatal fue identificada como el patrullero David Fabián Rodríguez Navarro, a quien el director de la Policía Nacional, general Carlos Fernando Triana, despidió con palabras firmes:
“Condenamos con la mayor contundencia este atentado criminal. Esto ratifica la necesidad de arreciar la ofensiva contra el crimen para liberar al país de estas estructuras que tanto daño hacen”.
Triana también informó que ya se inició una investigación para capturar a los responsables del ataque.
Escalada de violencia
Este hecho no es aislado. En las últimas horas se han registrado hostigamientos en Silvia, Caloto, Toribío, Miranda y el mismo Cajibío. Todos ellos ubicados en un Cauca que vive en estado de guerra no declarada, donde el control del territorio por parte del Estado sigue siendo parcial.
El partido Centro Democrático exigió la presencia inmediata de más fuerza pública en El Carmelo, denunciando incluso que los policías están siendo atacados con drones explosivos. “La comunidad civil está atrapada”, advirtieron.
Una ofensiva estancada
Pese a la puesta en marcha de la ‘Operación Perseo’ en octubre del año pasado —con más de mil soldados desplegados para retomar el control del estratégico corregimiento de El Plateado—, la realidad es que las disidencias siguen desafiando al Estado.
La población civil, entre tanto, paga el precio: miedo permanente, desplazamiento forzado, destrucción de infraestructura básica y vidas perdidas que no se recuperan.
La pregunta que queda es: ¿hasta cuándo estará sola la gente del Cauca?