En los pasillos de la guerra irregular que sacude al Caribe colombiano, una nueva operación ha encendido las alarmas de inteligencia y sembrado tensión en los territorios ya golpeados por el conflicto. Se trata del ‘Plan Gonzalo’, una ofensiva silenciosa y letal que estaría ejecutando el Ejército de Liberación Nacional (ELN) con un solo objetivo: cazar a los jefes del ‘Clan del Golfo’ y quedarse con el control total del sur de Bolívar, Sucre y Córdoba.
Esta guerra no es ideológica ni territorial: es una guerra por el oro. En el sur de Bolívar, donde las minas ilegales producen más de $1.6 billones anuales, el ELN se juega el todo por el todo. El principal objetivo de esta avanzada sería José Gonzalo Sánchez Sánchez, alias ‘Gonzalito’, señalado de liderar la expansión del ‘clan’ y por quien hay una recompensa superior a los $3.200 millones.
Fuentes de inteligencia confirmaron que el ELN ha adoptado nuevas tácticas para esta guerra. Drones kamikaze, tecnología antidrones, entrenamiento internacional (con especial énfasis en Siria, Venezuela y Ecuador), y estructuras móviles que atacan desde el aire y desaparecen sin dejar huella. Todo, dentro de lo que llaman internamente el “Proyecto 2030”, una hoja de ruta para desmantelar las bacrim herederas del paramilitarismo y tomar el control de sus corredores estratégicos.
La ofensiva ya estaría en curso. El sur de Bolívar es el primer blanco, pero la estrategia se expande a Sucre y Córdoba, antiguos bastiones de las AGC. Las AGC —o ‘Clan del Golfo’— parecen estar recibiendo el mensaje: esta guerra ya no es por retaguardias o rutas de narcotráfico; es por supervivencia.
Mientras los bandos armados se disputan el poder, la población civil queda en el fuego cruzado, atrapada entre minas, amenazas y desplazamientos silenciosos. Y en las sombras del conflicto, la paz sigue sin fecha y la guerra se reinventa con tecnología y viejos odios.
El Estado, por ahora, observa y mide, mientras las bandas se reorganizan y la violencia vuelve a escribir su nombre sobre el mapa. El Caribe profundo se está convirtiendo, de nuevo, en un campo de batalla.