En medio de la grave situación de violencia que vive el Catatumbo, la Aviación del Ejército Nacional atraviesa una de sus peores crisis operativas en años. De los 60 helicópteros Black Hawk adquiridos para fortalecer las capacidades militares del país, solo 37 están operativos. El resto permanece inactivo debido a falta de recursos para su mantenimiento. La situación es aún más crítica con los helicópteros MI-17 de fabricación rusa, de los cuales 11 de los 20 están fuera de servicio por la misma razón.
Esta parálisis operativa ha encendido las alarmas sobre la seguridad nacional, especialmente en regiones como el Catatumbo, donde grupos armados como el ELN han incrementado su presencia sin encontrar una respuesta contundente por parte de las Fuerzas Militares.
A esta crisis se suma la polémica decisión del gobierno de despedir a seis brigadieres generales en octubre de 2024, entre ellos al comandante de Aviación, Néstor Enrique Caro. Desde agosto de 2022, más de 60 generales y almirantes han sido removidos de sus cargos, lo que ha generado una pérdida significativa de experiencia y liderazgo en las filas de las Fuerzas Armadas.
El panorama es desolador: sin helicópteros operativos, con pilotos altamente capacitados fuera de servicio y con una inteligencia militar debilitada, el Ejército enfrenta enormes desafíos para garantizar la seguridad del territorio nacional.
Mientras tanto, las críticas hacia el gobierno se intensifican. Analistas y sectores políticos cuestionan si estas decisiones son producto de una simple negligencia o si responden a una estrategia que pone en riesgo la estabilidad del país.
La falta de recursos, sumada a la inestabilidad en la cúpula militar, deja al Ejército “ciego, sordo y manco”, según denuncian algunos expertos. En este contexto, el país enfrenta un desafío monumental para recuperar la operatividad de sus fuerzas y garantizar la seguridad de sus ciudadanos.