Por: Yasher Bolívar Pérez
La tensión entre Neymar y la afición del Santos alcanzó un punto crítico tras la derrota ante el Internacional, que dejó al equipo paulista nuevamente al borde del descenso. El delantero, que regresó a comienzos de año con la esperanza de revitalizar su carrera y aportar al club que lo vio nacer, respondió con firmeza: “El día que crean que estoy perjudicando al club, seré el primero en irme”. Sus palabras, compartidas en redes sociales, dejan entrever el peso emocional que implica su retorno y la presión constante del entorno.
Con apenas siete partidos jugados en el Brasileirao y una seguidilla de lesiones que han limitado su rendimiento, Neymar ha recibido duras críticas por parte de algunos sectores de la hinchada. El miércoles, tras el más reciente revés, el capitán protagonizó una acalorada discusión con un aficionado, quien lo increpó con insultos. El jugador reconoció que no puede permanecer impasible ante agravios personales: “Hablaron de mi familia y me llamaron mercenario. Eso no lo tolero”.
Aunque su nivel está lejos del esperado, Neymar insiste en que su compromiso con el club es total. “Voy a correr, luchar, gritar y hasta pelear si es necesario para colocar al Santos donde merece estar”, aseguró. El desafío, sin embargo, no es solo deportivo. A pocas semanas de una posible convocatoria a la selección brasileña, el atacante necesita recuperar no solo su forma física, sino también la confianza de quienes esperaban que su regreso marcara un nuevo capítulo de gloria para el Santos.