Este miércoles, Salvatore Mancuso Gómez salió en libertad de la cárcel La Picota en Bogotá, tras permanecer casi dos décadas bajo custodia. El Instituto Penitenciario y Carcelario (Inpec) confirmó que la liberación se realizó después de verificar con la Fiscalía, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), y el sistema de Justicia y Paz, determinando que no existían órdenes de captura vigentes en su contra.
Mancuso, quien había sido extraditado de Estados Unidos en febrero pasado tras cumplir una condena por narcotráfico desde 2008, fue escoltado por miembros de la Unidad Nacional de Protección. Debido a su papel como testigo clave en múltiples procesos judiciales y a las amenazas derivadas de su pasado en las armas y sus revelaciones ante la justicia, salió de la prisión en una camioneta blindada.
El ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, comentó sobre la decisión: “Hay que respetar esa decisión. Lo que he escuchado en las declaraciones del señor Mancuso es su compromiso con la construcción de la reconciliación en Colombia, y creo que todo eso ayuda.”
La liberación de Mancuso se produce después de que él mismo denunciara penalmente al Inpec por prevaricato por omisión y prolongación ilícita de la privación de la libertad. Este proceso judicial se inició tras una orden judicial emitida el 5 de julio, que el Inpec había demorado en ejecutar, alegando esperar los requisitos de las entidades pertinentes.
Nombrado como gestor de paz por el presidente Gustavo Petro en agosto de 2023, Mancuso podrá desempeñar ese papel únicamente en libertad. Su caso es singular debido a su participación en dos jurisdicciones transicionales en Colombia: Justicia y Paz, surgida de la desmovilización de los paramilitares, y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), establecida tras el acuerdo con las FARC.
El presidente Petro aún no ha emitido un comentario al respecto, mientras que el expresidente Álvaro Uribe ha expresado su escepticismo hacia las declaraciones de Mancuso, algunas de las cuales involucran a Uribe y a su círculo cercano.
Este acontecimiento marca un capítulo significativo en el proceso de paz y reconciliación en Colombia, reflejando los complejos retos y controversias que rodean la transición de excombatientes hacia roles de mediación y reconciliación nacional.