En medio del revuelo judicial y político que rodea el caso de Nicolás Petro, su pareja, Laura Ojeda, ha salido a defenderlo públicamente.
A través de una historia publicada en su cuenta de Instagram, Ojeda aseguró que el hijo mayor del presidente Gustavo Petro es víctima de una persecución orquestada, que incluyó –según ella– presiones emocionales, fracturas familiares y un uso instrumental de su embarazo para obtener una confesión forzada.
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Yo fui testigo de cómo utilizaron mi embarazo, fracturas familiares para amedrentar y presionar a Nicolás”, escribió Ojeda, haciendo referencia directa a las declaraciones de su suegro, el presidente Petro, quien días atrás acusó al entonces fiscal Francisco Barbosa de incurrir en “tortura psicológica” para forzar una supuesta incriminación que lo involucrara en el caso.
El proceso judicial contra Nicolás Petro, exdiputado del Atlántico, continúa en etapa preparatoria de juicio en el Juzgado Segundo Especializado de Barranquilla. La Fiscalía lo investiga por presunto enriquecimiento ilícito de servidor público y lavado de activos. Según la acusación, habría recibido dinero de procedencia dudosa, usado posteriormente para fines personales.
No obstante, el caso ha tomado tintes políticos. Parte de la controversia gira en torno a si dichos fondos llegaron o no a la campaña presidencial de Gustavo Petro en 2022. Aunque Nicolás negó en su declaración ante la Comisión de Acusación de la Cámara que ese dinero hubiera sido destinado a la campaña, la indagación contra el presidente sigue abierta.
En su publicación, Ojeda insistió en que su pareja no ha cometido delito alguno:
“Nicolás no es ningún delincuente, no ha robado un solo peso al gobierno y mucho menos manejó dineros ilícitos”. Además, advirtió que demostrarán que todo fue un montaje:
“Sí hay evidencias de todas las irregularidades cometidas y lo demostraremos”.
Las palabras de Ojeda suman un nuevo capítulo a un caso que trasciende lo judicial y se adentra en el corazón del poder político colombiano. Mientras tanto, la justicia continúa su curso, y el país observa con atención lo que podría convertirse en uno de los procesos más significativos del entorno presidencial reciente.