El liderazgo monolítico de Cambio Radical en Atlántico empieza a mostrar fisuras de consideración. El exdiputado Roberto Rodríguez Arias, figura política consolidada en la provincia y especialmente en su natal Baranoa, ha oficializado su distanciamiento de la colectividad charista, enviando una señal clara de insatisfacción frente al trato marginal que, según él y otros dirigentes, han recibido del núcleo duro del partido, encabezado por la familia Char.
Rodríguez Arias no está solo. Un grupo de líderes de distintos municipios y también de Barranquilla se suman a su causa y ya analizan la posibilidad de estructurar una candidatura propia a la Cámara de Representantes, pero bajo otro aval partidista. Esta jugada, de concretarse, no solo supondría un golpe simbólico al aparato charista, sino también una amenaza real a su capacidad de asegurar dos curules en el Congreso en las elecciones de 2026.
En los comicios locales de 2023, Rodríguez Arias logró una votación contundente de 34.501 votos, concentrados en zonas donde Cambio Radical solía contar con apoyo automático. Esa base política, sumada al arraigo y la disciplina que lo caracterizan, lo convierte en un actor de alto riesgo para la hegemonía del grupo político dominante en el Atlántico.
La posible desbandada también revela una fractura generacional y territorial en Cambio Radical: mientras el centro de decisiones sigue cerrado en Barranquilla y en manos del mismo círculo de poder, los liderazgos regionales reclaman protagonismo, respeto y espacios reales en la toma de decisiones. Ignorar ese clamor podría salirle caro al partido en las urnas.
Rodríguez no ha revelado aún el nombre del nuevo partido que podría acoger su aspiración, pero el mensaje ya fue enviado con fuerza: el tiempo de la obediencia ciega se terminó y en la política atlanticense se avecina una reconfiguración que podría alterar profundamente el tablero electoral.